jueves, 16 de agosto de 2018

Médica especialista en Medicina Geriátrica y en Medicina Sanitaria (UBA). Docente libre de la Facultad de Medicina (UBA) en las Cátedras Módulos de APS (1989-1990) y Salud Pública 1 (2007-2015). Formó parte de las mesas especiales de evaluación para especialidad geriatría. Fue subdirectora Médica y Jefa de Departamento Área Programática del Hospital General de Agudos “J. M. Ramos Mejía”. Misiones y funciones Corresponde al Ministerio de Salud asistir al Jefe de Gobierno en todo lo inherente a sus competencias, de acuerdo con los objetivos que se enuncian a continuación: Diseñar, planificar, ejecutar y controlar las políticas, planes y programas de promoción, prevención, recuperación y rehabilitación de la salud de la población, en el marco del Sistema Único e Integrado de Salud. Planificar y administrar los recursos del Sistema de Salud del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Regular y fiscalizar los subsectores de la seguridad social y privada, del ejercicio de las profesiones relacionadas con la salud, de la acreditación de la salud y de los servicios atinentes a medicamentos, alimentos, tecnología sanitaria y salud ambiental, y todo otro aspecto que incida sobre la salud. Regular y controlar el ejercicio de todas las actividades desarrolladas por los efectores de salud en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Ana María Bou Pérez Ministra de Salud Médica especialista en Medicina Geriátrica y en Medicina Sanitaria (UBA). Docente libre de la Facultad de Medicina (UBA) en las Cátedras Módulos de APS (1989-1990) y Salud Pública 1 (2007-2015). Formó parte de las mesas especiales de evaluación para especialidad geriatría. Fue subdirectora Médica y Jefa de Departamento Área Programática del Hospital General de Agudos “J. M. Ramos Mejía”. Misiones y funciones Corresponde al Ministerio de Salud asistir al Jefe de Gobierno en todo lo inherente a sus competencias, de acuerdo con los objetivos que se enuncian a continuación: Diseñar, planificar, ejecutar y controlar las políticas, planes y programas de promoción, prevención, recuperación y rehabilitación de la salud de la población, en el marco del Sistema Único e Integrado de Salud. Planificar y administrar los recursos del Sistema de Salud del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Regular y fiscalizar los subsectores de la seguridad social y privada, del ejercicio de las profesiones relacionadas con la salud, de la acreditación de la salud y de los servicios atinentes a medicamentos, alimentos, tecnología sanitaria y salud ambiental, y todo otro aspecto que incida sobre la salud. Regular y controlar el ejercicio de todas las actividades desarrolladas por los efectores de salud en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Guillermo Rawson, el padre del higienismo en la Argentina .....por RITA AMODEI

“Las cuestiones de Higiene son la que han de resolver la prosperidad de nuestro país no sólo en lo físico, sino en lo moral y en lo psicológico. Es necesario difundir las nociones de la Higiene, popularizarlas, habituar a la sociedad con estas maravillas de la ciencia que han llegado a producir los fenómenos asombrosos que encontramos realizados en las grandes poblaciones del mundo”1 , decía Guillermo Rawson, el gran impulsor del higienismo en nuestro país, una corriente de la medicina cuya mirada trascendía la enfermedad en sí misma para ocuparse de los factores ambientales que la propiciaban. Corría el año 1884 y con esas palabras Rawson se despedía de la cátedra de Higiene, aquella que había inaugurado once años atrás. Sus preocupaciones eran enormes y su trabajo incansable, pero las fuerzas lo abandonaban y resuelto a impulsar la continuación de su labor, decidió destinar la mitad de la pensión que el Congreso le había otorgado para instituir un premio anual que debía entregarse a la mejor investigación sobre Higiene. Un año después partió a París para tratarse una afección ocular, donde murió a principios de 1890. Había nacido en San Juan el 24 de junio de 1821. Hijo del médico estadounidense Amán Rawson y de la sanjuanina María Jacinta Rojo, se doctoró en medicina en 1844. Ya por entonces su destacada actuación auguraba un futuro promisorio en la medicina y en el país. Tenía apenas 23 años cuando recibió el título de doctor, haciéndose acreedor de estas proféticas palabras de su profesor de Anatomía, Claudio Mamerto Cuenca: “La Universidad felicita a vuestro padre, a Buenos Aires, a la República toda por los días de triunfo y gloria que vuestro genio le prepara. (…) Hay un libro en blanco, doctor Rawson, que hace muchos años que esperaba la pluma inspirada de un hijo del Plata que escriba en él la primera página: este libro, destinado a jugar un día un rol importante en los destinos de la República, cuando los hombres de vuestra capacidad se hayan ocupado de él, es el libro todavía en blanco de nuestra ciencia médica. “Las cuestiones de Higiene son la que han de resolver la prosperidad de nuestro país no sólo en lo físico, sino en lo moral y en lo psicológico. Es necesario difundir las nociones de la Higiene, popularizarlas, habituar a la sociedad con estas maravillas de la ciencia que han llegado a producir los fenómenos asombrosos que encontramos realizados en las grandes poblaciones del mundo”1 , decía Guillermo Rawson, el gran impulsor del higienismo en nuestro país, una corriente de la medicina cuya mirada trascendía la enfermedad en sí misma para ocuparse de los factores ambientales que la propiciaban. Corría el año 1884 y con esas palabras Rawson se despedía de la cátedra de Higiene, aquella que había inaugurado once años atrás. Sus preocupaciones eran enormes y su trabajo incansable, pero las fuerzas lo abandonaban y resuelto a impulsar la continuación de su labor, decidió destinar la mitad de la pensión que el Congreso le había otorgado para instituir un premio anual que debía entregarse a la mejor investigación sobre Higiene. Un año después partió a París para tratarse una afección ocular, donde murió a principios de 1890. Había nacido en San Juan el 24 de junio de 1821. Hijo del médico estadounidense Amán Rawson y de la sanjuanina María Jacinta Rojo, se doctoró en medicina en 1844. Ya por entonces su destacada actuación auguraba un futuro promisorio en la medicina y en el país. Tenía apenas 23 años cuando recibió el título de doctor, haciéndose acreedor de estas proféticas palabras de su profesor de Anatomía, Claudio Mamerto Cuenca: “La Universidad felicita a vuestro padre, a Buenos Aires, a la República toda por los días de triunfo y gloria que vuestro genio le prepara. (…) Hay un libro en blanco, doctor Rawson, que hace muchos años que esperaba la pluma inspirada de un hijo del Plata que escriba en él la primera página: este libro, destinado a jugar un día un rol importante en los destinos de la República, cuando los hombres de vuestra capacidad se hayan ocupado de él, es el libro todavía en blanco de nuestra ciencia médica”.2 1 de 6 Cuenca no se equivocó. Rawson fue varias veces diputado y senador provincial y, ministro del Interior de Mitre, desde donde impulsó todo tipo de iniciativas. Durante su gestión planificó y organizó el asentamiento de colonos galeses en el actual territorio de Chubut, razón por la que hoy la capital provincial lleva su nombre. En 1876 asistió al congreso médico de Filadelfia, donde expuso su trabajo sobre “Estadística vital de Buenos Aires”, el más completo que se había escrito sobre este tema, que inauguró los estudios de higiene en nuestro país. Rawson había sido testigo de los estragos del cólera, cuyo brote tuvo lugar en 1867, tras el arribo de los soldados que habían peleado contra el Paraguay, y se cobró la vida de unas 600 personas, incluida la del entonces vicepresidente Marcos Paz. Al azote del cólera le siguieron los de tifus, viruela y difteria, y finalmente la gran epidemia de fiebre Amarilla, en 1871. La cifra oficial de muertos por esta enfermedad fue de 13.614, de los cuales la mitad eran niños. En su informe de 1876 Rawson aludía a las causas de aquel flagelo e impulsaba reformas para su erradicación: “Ese aumento tan excesivo de personas en un tiempo en que la ciudad no estaba convenientemente preparada para recibirlos o darles su necesario acomodo, dio lugar a una acumulación incompatible con la salud general, y contribuyó sin duda al terrible desarrollo de la epidemia de 1871, que arrebató más de 12.000 extranjeros. (…) Se tuvo entonces la dolorosa evidencia de que las condiciones higiénicas de Buenos Aires eran en extremo desfavorables y que era asunto de la mayor urgencia investigar y remover las causas del mal” 4. El informe incluía recomendaciones sobre urbanización, tratamiento de residuos, distribución de agua, sistema de cloacas y deságües, creación de espacios públicos abiertos, construcción de plazas, etc. En 1880, ante la inminencia del enfrentamiento armado que sacudió a Buenos Aires por la sucesión presidencial y la federalización de la provincia, Rawson propició la fundación de la rama local de la Cruz Roja, junto al cardiólogo español Toribio Ayerza, y fue designado Presidente Honorario de la institución. Más tarde, se ocupó de las pésimas condiciones de vida de los conventillos y la falta de acción para remediar este mal. En su “Estudio sobre las casas de inquilinato de Buenos Aires”, publicado en 1885, realizó un estudio comparativo sobre este tema en ciudades como Londres, Paris y Nueva York, y presentó una propuesta pormenorizada para la inspección y reglamentación de las casas de inquilinato, y, más importante aun, para la construcción y financiación de viviendas obreras a bajo costo. El informe señalaba: “Entre los problemas sociológicos y económicos que se relacionan estrechamente con la Higiene Pública pocos hay que puedan compararse en importancia con el que se refiere a las habitaciones de los trabajadores…” 4.Y urgía a tomar cartas para poner fin a este problema: “No basta acudir con la limosna para socorrer individualmente la miseria; no basta construir hospitales y asilos de pobres y mendigos… Es necesario ir más allá; es preciso buscar al pobre en su alojamiento y mejorar las condiciones higiénicas de su hogar, levantand Cuenca no se equivocó. Rawson fue varias veces diputado y senador provincial y, ministro del Interior de Mitre, desde donde impulsó todo tipo de iniciativas. Durante su gestión planificó y organizó el asentamiento de colonos galeses en el actual territorio de Chubut, razón por la que hoy la capital provincial lleva su nombre. En 1876 asistió al congreso médico de Filadelfia, donde expuso su trabajo sobre “Estadística vital de Buenos Aires”, el más completo que se había escrito sobre este tema, que inauguró los estudios de higiene en nuestro país. Rawson había sido testigo de los estragos del cólera, cuyo brote tuvo lugar en 1867, tras el arribo de los soldados que habían peleado contra el Paraguay, y se cobró la vida de unas 600 personas, incluida la del entonces vicepresidente Marcos Paz. Al azote del cólera le siguieron los de tifus, viruela y difteria, y finalmente la gran epidemia de fiebre Amarilla, en 1871. La cifra oficial de muertos por esta enfermedad fue de 13.614, de los cuales la mitad eran niños. En su informe de 1876 Rawson aludía a las causas de aquel flagelo e impulsaba reformas para su erradicación: “Ese aumento tan excesivo de personas en un tiempo en que la ciudad no estaba convenientemente preparada para recibirlos o darles su necesario acomodo, dio lugar a una acumulación incompatible con la salud general, y contribuyó sin duda al terrible desarrollo de la epidemia de 1871, que arrebató más de 12.000 extranjeros. (…) Se tuvo entonces la dolorosa evidencia de que las condiciones higiénicas de Buenos Aires eran en extremo desfavorables y que era asunto de la mayor urgencia investigar y remover las causas del mal” 4. El informe incluía recomendaciones sobre urbanización, tratamiento de residuos, distribución de agua, sistema de cloacas y deságües, creación de espacios públicos abiertos, construcción de plazas, etc. En 1880, ante la inminencia del enfrentamiento armado que sacudió a Buenos Aires por la sucesión presidencial y la federalización de la provincia, Rawson propició la fundación de la rama local de la Cruz Roja, junto al cardiólogo español Toribio Ayerza, y fue designado Presidente Honorario de la institución. Más tarde, se ocupó de las pésimas condiciones de vida de los conventillos y la falta de acción para remediar este mal. En su “Estudio sobre las casas de inquilinato de Buenos Aires”, publicado en 1885, realizó un estudio comparativo sobre este tema en ciudades como Londres, Paris y Nueva York, y presentó una propuesta pormenorizada para la inspección y reglamentación de las casas de inquilinato, y, más importante aun, para la construcción y financiación de viviendas obreras a bajo costo. El informe señalaba: “Entre los problemas sociológicos y económicos que se relacionan estrechamente con la Higiene Pública pocos hay que puedan compararse en importancia con el que se refiere a las habitaciones de los trabajadores…” 4.Y urgía a tomar cartas para poner fin a este problema: “No basta acudir con la limosna para socorrer individualmente la miseria; no basta construir hospitales y asilos de pobres y mendigos… Es necesario ir más allá; es preciso buscar al pobre en su alojamiento y mejorar las condiciones higiénicas de su hogar, levantando así su vigor físico y moral, sin deprimir su carácter y el de su familia humillándolos con la limosna”. Referencias: 1 Cesáreo Rodríguez, Ideario de Guillermo Rawson, Buenos Aires, Instituto Cultural Joaquín V. González, 1941, págs. 95 y 96. 2 Eliseo Cantón, Conferencia sobre el doctor Guillermo Rawson. Su obra de legislador e higienista en ocasión del primer centenario de su natalicio, Buenos Aires, Academia y Facultad de Medicina de Buenos Aires, 1921, págs. 20-23. 3 Alberto B. Martínez, Escritos y discursos del doctor Guillermo Rawson, Buenos Aires, Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco, 1891, pág. 45 y 69. 4 Alberto B. Martínez, Op. Cit., pág. 107. Fuente: www.elhistoriador.com.ar

A la memoria de mis padres: Juan C J Amodei y María Quiroga de Amodei